Cuando la ciudad se ha convertido en una especie de mancha gris en nuestro paisaje diario, sobretodo en este país en donde las áreas verdes no han sido prioridad en la planificación, el movimiento de los huertos urbanos se hace relevante. Encontrar un huerto en una ciudad oscura y contaminada como Temuco, es la prueba de que se está buscando el equilibrio necesario para vivir tranquilo en la urbe.
De a poco el habitante de la ciudad se ha dado cuenta que la estructura fija de vivienda+trabajo+plaza+mall puede ser modificada e incluir en la vida diaria el momento del huerto. La paciencia, el contacto con la tierra, la satisfacción de ver crecer una planta, alimentarse de sus propios productos, respirar los aromas de las hierbas frescas. Esto es un experimento, la oportunidad de reencontrarnos con el espacio exterior de nuestras viviendas con algo más que un par de pensamientos o rosales.
Será el momento de las finas hierbas, el zapallo dulce, las acelgas y el poroto verde.
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