viernes, abril 21, 2006
miércoles, abril 19, 2006
Santiago, Plaza de la ciudadania.
Santiago de nuevo, los espacios urbanos que se han desarrollado en este país/ciudad son majestuosos. Mientras en regiones los monumentos, plazas, museos, se ven desplazados por villas, poblaciones, urbanizaciones insipidas. ¿ De que ciudadano se habla cuando se define un proyecto de este tipo?
Pareciera que los famosos fondos regionales sólo alcanzan para construir escuelas y futuras apuestas urbanas (Isla Cautín), que nadie entiende ni conoce a fondo.
Sería importante para mi, que despertara en la mañna y pudiera sentirme orgullosa del desarrollo cultural que esta ciudad me entrega. Pero al final me doy cuenta de que no sólo tenemos un museo , sino que este permanece en permanente remodelacion y nunca esta abierto al público.
¿Donde esta mi plaza ciudadana? Exijo que aparezca mañana.
¿Por qué se viaja?
Apuntes sobre el viaje y la frontera
Es necesario cruzar una frontera para que haya viaje.
El límite entre lo conocido y lo desconocido es fatalmente atractivo.
Sin embargo, a la fuerza centrifuga que nos empuja hacia los bordes se opone una fuerza más poderosa, la fuerza de lo cotidiano. Al impulso de partir se opone la inercia de quedarnos; al ansia de lo imprevisto, el placer de lo conocido; a lo salvaje, lo doméstico.
Ahí tenemos una razón para viajar: volver.
Pero hay más: el viaje nos ayuda a ver las cosas por primera vez. El mayor enemigo del hombre es el demonio de lo cotidiano, que deja caer sin ruido y sin dolor una fina capa de polvo sobre todo.
Y se puede viajar por muchas otras razones. Sin embargo, detrás de todas ellas, aun se oculta una razon más profunda, la que genera el impulso de partir. Y como sucede siempre que nos aproximamos a esas causas primitivas, no podemos percibiralas con claridad. Se desenfocan, se oscurecen.
Beltrán Mena.
El lugar de la arquitectura.
ARQ ediciones.
Es necesario cruzar una frontera para que haya viaje.
El límite entre lo conocido y lo desconocido es fatalmente atractivo.
Sin embargo, a la fuerza centrifuga que nos empuja hacia los bordes se opone una fuerza más poderosa, la fuerza de lo cotidiano. Al impulso de partir se opone la inercia de quedarnos; al ansia de lo imprevisto, el placer de lo conocido; a lo salvaje, lo doméstico.
Ahí tenemos una razón para viajar: volver.
Pero hay más: el viaje nos ayuda a ver las cosas por primera vez. El mayor enemigo del hombre es el demonio de lo cotidiano, que deja caer sin ruido y sin dolor una fina capa de polvo sobre todo.
Y se puede viajar por muchas otras razones. Sin embargo, detrás de todas ellas, aun se oculta una razon más profunda, la que genera el impulso de partir. Y como sucede siempre que nos aproximamos a esas causas primitivas, no podemos percibiralas con claridad. Se desenfocan, se oscurecen.
Beltrán Mena.
El lugar de la arquitectura.
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